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Cuestionario para acercarse a la Historia de Danza Contemporánea de Cuba

 

1-¿Por qué decidió dedicarse a la danza?

 

Estoy segura de que no lo decidí, la danza se instalo en mi desde niña de una manera totalmente imperativa y comencé a estudiar a esa edad en una escuelita de barrio, después en las escuelas primarias Ciudad libertad y Valdés Rodríguez, hasta que en 1966 entre a la escuela Nacional de Arte. 

Bailar es para mi TODO. Es mi vida, mi salud mental y física, una forma de divertirme y ser un poco más bella. Es una meditación en movimiento, es un acto de mediunidad para entender personajes, sentimientos conceptos y situaciones. Bailar es para mí pensar con todo mi cuerpo. Es todo movimiento organizado o desorganizado dentro de un contexto de sentido. Bailo desde que nací. Recuerdo mi primera danza en los brazos de mi padre Ángel cuando me mecía cantándome, la segunda vez que baile fue cuando me deslicé por una canal en un parque de diversiones y la tercera fue con el Mozambique de Pello el Afrocan. También bailo cuando hago el amor  y cuando abrazo a alguien. Bailo cuando como y sobretodo cuando me baño.

Podría decir que empecé a “bailar” como tradicionalmente se conoce cuando tenia alrededor de 4 años en una de esas casas fabulosas del barrio de Nuevo Vedado (mi barrio en aquel tiempo) donde alguien que ya es para mi un espíritu sin rostro, me enseñó las cinco posiciones del ballet las cuales hube de repetir incesantemente hasta que estudiando mas tarde ballet en la escuela primaria pude aprender algunas cosas mas. Mi padrastro me trajo unas zapatillas de punta de la Unión Soviética que me duraron todos esos años y que eran el objeto más valioso de mi vida. Tanto es así que con ellas llegue a hacer las pruebas de ingreso a la Escuela Nacional de Danza a los 11 años y a todos les decía que tenía 8 años de experiencia como bailarina. Yo me sentía como una veterana. Rápidamente comprendí que era el hazme-reír de la escuela pues entre otras cosas mis amadas zapatillas estaban partidas, los huesos de mis pies deformados para siempre y yo ni siquiera me había dado cuenta. Hice los exámenes de ingreso de Ballet y de Danza Moderna. Cuando entre al salón de Danza Moderna me fascino lo que vi hacer a las alumnas de cursos anteriores, estaban paradas de cabeza y descalzas, bailaban libremente y eran de todos tamaños y colores. Me decidí por la Danza Moderna.

 

2-¿Cómo recuerda su paso por la Escuela Nacional de Danza? ¿Cuáles fueron sus maestros? ¿Qué asignaturas recibió? ¿Cómo influyó su formación en su vida profesional? 

 

Mi formación de verdad fue en la Escuela Nacional de Danza de Cubanacan. Los que nos formamos en aquellos años (1966-1972) en esa escuela fuimos unos grandes privilegiados. Era la época de llevar los sueños a la realidad en la educación artística, la idea del artista integral dominaba la educación. Como bailarina aprendí a pintar, a escribir, a leer y apreciar la música. Desde los 12 años supe que era dramaturgia de la danza, y aprendí el folklore teórico y practico de mi país y de otros países desde una perspectiva profunda y creativa. Recibí suficientes conocimientos de creación, composición e improvisación como para poder desarrollarme como creadora. La escuela de Arte en ese entonces era un sueño hecho realidad en el que todos los artistas de distintas disciplinas convivíamos en el espacio cotidiano, dialogábamos, compartíamos conocimientos y experiencias. La filosofía pedagógica que reinaba era la de la formación integral. Esta educación fue determinante en lo que ha sido mi obra posteriormente. La Danza Contaminada, la Danza Abierta a otras artes surge de esa experiencia. 

 Mi maestro de dramaturgia de la danza era Tomas González, Olavo Allen me enseñaba apreciación musical, Lorna Burshal fue mi primera profesora de técnica, Elfrida Mahler de composición, Teresa González de folklore cubano. También recibíamos clases de maestros norteamericanos y mexicanos venidos de compañías importantes (Twila Tharp, Merce Cunningham). Además de las asignaturas antes mencionadas, estudiábamos pintura, música, folklore teórico, practico, cubano e internacional, metodología de la enseñanza, acrobacia. 

Me destaque tanto en la parte coreográfica que al graduarme fui ubicada como maestra de composición en la ENA, pero me rebele contra esto porque yo quería ser parte de Danza Contemporánea de Cuba, bailar y coreografiar y no estaba interesada, ni me sentía capacitada para enseñar en ese momento.

 

3-¿En qué momento y por qué llegó a Danza Contemporánea de Cuba? ¿Cómo asimiló el entrenamiento de la Compañía? ¿Cómo era su relación con los fundadores? 

4-¿Cómo ha sido su relación con el maestro Ramiro Guerra?

 

Mientras estudiaba en la Escuela Nacional de Danza admiraba a Ramiro por su talento y genialidad, su cultura y complejidad, la factura impecable de sus puestas en escena y por el hecho de que era un coreógrafo culto que situaba a la danza en el mismo nivel intelectual que las demás artes. Cuando comencé en Danza Nacional de Cuba alrededor de 1973 Ramiro Guerra ya no estaba allí y había una fuerte lucha generacional entre los jóvenes que acabábamos de llegar de la Escuela Nacional de Arte y la generación que llevaba años en la compañía y que había sido formada por Ramiro. Admiro profundamente a Gerardo Lastra, Víctor Cuellar, Eduardo Rivero y Arnaldo Paterson entre otros profesores y coreógrafos en aquel momento quienes se vieron de pronto ante la ardua tarea de salvar la compañía sin Ramiro y con una avalancha de agresivos jóvenes cuestionando todo lo que ellos eran. Si bien en aquella época se hizo sentir la ausencia creativa e intelectual de Ramiro, también se crearon muy valiosas obras, se mantuvo el espíritu de disciplina, respeto y entrega sin límites a la danza y para mi fue un gran aprendizaje en todos los sentidos. Siempre he ido contra la corriente porque pienso que el artista debe mostrar el otro lado o el lado oculto de las cosas. Por eso comencé a hacer coreografías que por un lado nos permitiera como generación desarrollar esa fisicalidad explosiva y esas posibilidades técnicas que traíamos de nuestra formación académica -como en mi primera obra “Danzaria”(1978)- y por otro lado trate de recuperar lo que de Ramiro la compañía había perdido al perderlo a él. Mi obra “Mariana”(1980) fue un intento de recuperar la narratividad y la complejidad espectacular e interpretativa, importantes legados de Ramiro que habían quedado relegados a un segundo plano en la compañía siguiendo otras corrientes mas de moda en los setenta o por simple incapacidad o desinterés de producir una obra coreográfica con esas características. A la experiencia de “Mariana” le siguieron otras obras mías de ese tipo como “Guernica” de 1983, “Teoría de Conjunto” de 1985, “Lunetario”, etc. 

 

5-¿En qué momento y por qué usted decide coreografiar?

 

La primera coreografía que hice profesionalmente pero que jamás llego a la escena se llamaba “Quetzalcoalt”. Esa experiencia termino como la fiesta del “guatao”, ente otras cosas porque en el momento en que yo entro a trabajar en Danza Contemporánea de Cuba en el año 1973, había una lucha generacional y de poder muy grande. Costo trabajo admitir que una jovencita atrevida de 20 años viniera a coreografiar una obra en el templo sagrado de la danza. La verdad es que fui tan tenaz y tuve tanto apoyo de todos los jóvenes que como yo acababan de graduarse, que de alguna manera me convertí en la coreógrafa de mis propios compañeros de generación. Mi primera obra se llamo Danzaria y la estrene en el año 1978. Yo tenía 24 años. Después de ese éxito tuve mucho apoyo de todos y en mi segunda obra me lance a trabajar con toda la compañía. Era una obra muy compleja sobre Mariana Grajales, la madre de los Maceos. Eso fue en el año 1980 y obtuve mi primer premio coreográfico. 

 

6-¿Por qué sale de la Compañía y funda DanzAbierta?

 

A finales de los 80s con ”El cruce sobre el Niágara” se empieza a operar un gran cambio en mí determinado por la necesidad de revisar mis propios estereotipos expresivos que me llevo a crear mi propio grupo y que estuvo  fuertemente inspirado por el espíritu de apertura del arte de la época en Cuba (plástica, teatro, música) mis experiencias con Vicente Revuelta y el conocimiento de Eugenio Barba a través de él, así como mi trabajo con Juan Blanco y Víctor Varela. La fundación de DanzAbierta fue un acto de necesidad para mi ya que era el único modo de establecer como arte lo que en ese momento no era más que una completa negación de lo que había experimentado hasta el momento; establecer la negación como afirmación de una manera nueva de hacer en el contexto de nuestro país y que con el tiempo fue también encontrando su voz original en relación al mundo.

 

7-¿En qué medida DanzAbierta asimiló la herencia de Danza Contemporánea de Cuba?

 

Aunque que mi trabajo y el de DanzAbierta tienen presupuestos estéticos muy particulares que evidentemente nos diferencian de otros creadores e instituciones, creo que de Danza Contemporánea de Cuba hemos heredado la disciplina profesional, el rigor técnico y el legado de la propuesta estética fundacional de Ramiro Guerra, que ha pesar de las distintas etapas por las que ha pasado la compañía, se mantiene viva en la raíz del proyecto, es decir; la complejidad dramaturgica e interpretativa, el ímpetu vanguardista, el humor irónico, la comunicación con el espectador y el tratamiento de lo cubano.

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